25 de mayo de 2008

Modelo de Respuestas 10: La poesía de posguerra (décadas del 40 y 50)

La poesía en las primeras décadas de la posguerra

Por primeras décadas de posguerra entendemos los años 40 y 50, pues a mediados de esta época se produce una renovación en la poesía española, que culmina en la década de los sesenta con unas características radicalmente distintas.
A) La Guerra civil española provocó un corte radical en el ámbito literario. Algunos poetas como Federico García Lorca mueren en la contienda, o a consecuencia de ella como Miguel Hernández; otros como Luis Cernuda deben marcharse al exilio y otros como Vicente Aleixandre continúan su labor dentro de España.
Por otra parte se incorporan nuevas generaciones que marcarán las tendencias de la poesía en estas décadas. A principios de los años cuarenta la poesía vuelve a los temas clásicos como el amor, la religión, la patria y se incorporan nuevos temas como el sentido imperial del estado. Es una poesía hecha por y para los vencedores de la guerra, a la que, a menudo, se le da el título de poesía arraigada. Poetas de esta tendencia son: Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero y Luis Rosales del que destaca La casa encendida, una de las mejores obras líricas de la posguerra. Revistas poéticas que recogieron este tipo de poesía fueron Escorial, y Garcilaso.
En el año 1944 se publican dos importantes obras poéticas, una de ellas es Hijos de la ira de Dámaso Alonso, poeta perteneciente al grupo poético del 27, un libro desgarrado que dará origen a la llamada poesía desarraigada, es decir, que no se apoya en vivencias tranquilizadoras, como la religión, la patria, la familia, etc. También se asocia este libro al existencialismo característico de los años 40.
La otra obra importante es Sombra del paraíso, del poeta del 27, Vicente Aleixandre, que marcará otra dirección de la lírica de esta época, el dolor que se expresa desde la perspectiva del paraíso perdido y de la humanidad alejada de su destino.
A mediados de esta misma década surge otra revista de signo radicalmente distinto, Espadaña, fundada por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora que recogió un tipo de poesía socialmente comprometida, que trataba de reflejar la dura realidad de la posguerra, aludiendo a la guerra civil y al dolor de los vencidos
B) Los tres grandes poetas de los años 50 son: Blas de Otero, que en sus libros Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia se revuelve contra toda la poesía religiosa de su momento y la imagen tradicional de Dios.
Los libros siguientes, Pido la paz y la palabra y Que trata de España, están inmersos en la corriente de poesía social.
José Hierro pertenece también a este tipo de poesía, especialmente por su obra Quinta del 42, que refleja el momento en el que vive. Algunos de sus poemas son una especie de reportaje de la situación de su época, especialmente el tan conocido de Réquiem.
Gabriel Celaya, seudónimo de Rafael Múgica, se asocia también con la poesía social especialmente con el libro Cantos íberos, caracterizado por su expresión directa y prosaica.
C) Al margen de estas corrientes y estos poetas hubo desde el principio de la posguerra intentos de renovación poética. Entre ellos estuvo el postismo, cultivado por Eduardo Chicharro y Carlos Edmundo de Ory. Buscaban una poesía que fuese un juego, sin ningún compromiso ideológico y con abundantes y sorprendentes creaciones lingüísticas.
Algunos poetas como Miguel Labordeta hicieron una poesía original y fantástica, muy relacionada con el surrealismo, pero asociada también a la preocupación social.
Por otro lado la revista cordobesa Cántico mostró una voluntad de conectar con el pasado inmediato: el grupo del 27 y con el más remoto, especialmente con Góngora. Pablo García Baena es el poeta más conocido de este grupo.
RESUMEN: Dejando aparte a los poetas de la generación del 27 como Rafael Alberti o Jorge Guillén y alguno de generaciones anteriores como Juan Ramón Jiménez o León Felipe, que pasan las primeras décadas de posguerra en el exilio, las principales tendencias de la poesía de posguerra son:
Garcilasismo. Un grupo de poetas de la llamada generación del 36: Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero o Dionisio Ridruejo escriben una poesía en estrofas tradicionales en la que no hay ninguna referencia a la desoladora realidad circundante de esos años. Sus temas son los eternos de la poesía: el amor, la muerte, Dios. A esta tendencia pertenecen libros como Ángeles de Compostela o Alondra de verdad del poeta de la generación del 27 Gerardo Diego.
En 1944 se publican dos libros: Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira de Dámaso Alonso, en los que se manifiestan tendencias que estarán en vigor durante más de una década. Escritos en verso libre y con alusiones a la realidad inmediata. Con el último se inicia la poesía española contemporánea, frente al lenguaje preciosista de los garcilasistas este libro ofrece un lenguaje crispado y violento.
Hacia 1950 hay tres tendencias dominantes: la poesía desarraigada, la poesía arraigada y la poesía social. La primera presenta al mundo como caos y como angustia y mediante la poesía se buscan orden y análisis. Esta corriente se agrupa alrededor de la revista Espadaña. En la línea de poesía arraigada están los poetas que se llaman a si mismos Juventud creadora, y que publican en la revista Garcilaso. Los poetas buscan sus raíces en Dios, la tierra y la familia. Tienen una visión optimista y esperanzada, del mundo y de la vida y prefieren las formas métricas clásicas. La poesía social es una poesía objetiva y de denuncia que parte del clima creado por la revista Espadaña. Los poetas de esta tendencia deciden convertirse en testigos de la vida cotidiana, escriben con un lenguaje accesible y dan un predominio total al contenido del poema. En ellos denuncian las injusticias sociales y la situación política de España. A esta corriente pertenecen poetas como José Hierro, Gabriel Celaya, Blas de Otero.
La segunda generación de posguerra. Para poetas posteriores como Ángel González, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma la poesía es sobre todo un método de conocimiento, sin renunciar por ello a que sea también vehículo de comunicación. Aunque suelen emplear el verso libre son más exigentes en cuanto al lenguaje poético que la generación anterior.

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